Libertad, ¿qué implica en pleno septiembre de 2025?

La palabra libertad en septiembre de 2025 resuena con múltiples ecos. Nepal, tras la llamada revolución de la Generación Z, intenta reconstruirse en un clima frágil de democracia participativa (1). México, por su parte, hace algunas horas, acaba de presenciar el primer Grito de Independencia encabezado por una mujer presidenta: un hecho histórico que rompe con siglos de machismo estructural, que aún no se erradica. No obstante, hay una paradoja, la misma mandataria que presume defender la libertad de expresión se confronta semana tras semana con medios de comunicación, algunos de los cuales olvidan la ética periodística, mientras otros ejercen su labor crítica y reciben respuestas de censura (2).

En este clima, estudiantes de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de México), se manifestaron el pasado 14 de septiembre de 2025, alzaron la voz frente a Claudia y de la gobernadora del Estado de México, exigiendo mayor financiamiento a su universidad y una postura firme ante la guerra de Palestina. Recordaron también a los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En dicha manifestación la presidenta no interrumpió su discurso para escucharles, solo dijo “aquí no hay censura” y permitió la exposición de la pancarta, pero no hubo diálogo. Reclamos que siguen abiertos como el 2 de octubre.

Libertad

Para la Libertad. México 68: memoria en escena

En este contexto se presenta el musical Para la Libertad. México 68, escrito y dirigido por Omar Olvera, actualmente en temporada en el Nuevo Teatro Libanés. La obra retrata una historia peculiar: nació en la Universidad Nacional Autónoma de México, en 2012 como Barquito de papel, un homenaje a Joan Manuel Serrat y el movimiento estudiantil, hasta transformarse en lo que hoy vemos en escena.

El musical dura cerca de hora y cuarenta minutos y sigue a un grupo de estudiantes de San Carlo, junto a una madre, una hija y dos policías, retratando un México dividido entre anhelos de cambio y represión autoritaria. La música de Serrat, con temas como Cantares y Penélope, se entrelaza con una narrativa melodramática y coral, que conmueve al público a través de voces potentes y coreografías enérgicas.

Más allá del arte teatral, la obra ilumina heridas que no han cicatrizado en la sociedad mexicana. En ella reconozco cuatro ejes que siguen vigentes.

Discriminación a la población LGBTIQ+

El personaje homosexual, Federico, muere simplemente por amar distinto. Su frase resuena “Nos matan y ¿Por qué?, porque amar así, supongo que altera ‘el orden’”. La obra también alude a una persona trans asesinada bajo la absurda acusación de “obligar” a un hombre cis a tener relaciones sexuales. Esta violencia refleja cómo la heteronorma convierte al diferente en culpable. La referencia evoca inevitablemente a El lugar sin límites (Ripstein, 1977), donde la marginación y el odio terminan en tragedia.

Violencia intrafamiliar

La escena de golpes ocultos bajo el pretexto de “me caí” nos recuerda que, aunque el tiempo pase, miles de mujeres siguen ocultando la violencia machista. Según la ENDIREH 2021, el 70% de las mujeres en México ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida (INEGI, 2021). La obra refleja cómo este patrón persiste de generación en generación, disfrazado de enfermedad, alcoholismo o silencio obligado.

Las madres buscadoras

El musical conecta a las madres del 68 con las madres de Ayotzinapa y con la que hoy buscan a más de 133,313 personas desaparecidas en México (RNPDNO, 2025). La dramaturgia se convierte así en un eco de la consigna: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. El dolor y la resistencia de estas mujeres es un recordatorio de que la memoria no puede archivarse.

El costo del espectáculo político

El 68 estuvo marcado por una contradicción: mientras el gobierno preparaba los Juegos Olímpicos, reprimía a estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas. La pregunta es inevitable: ¿repetimos hoy esa lógica al priorizar la “imagen del país” frente a crisis como la migración, el crimen organizado, las guerras en diferentes partes del mundo o la violencia de género? El teatro, al confrontarnos con el pasado, nos obliga a ver las resonancias en el presente. No se olvida.

La libertad como tarea inconclusa.

La obra de Olvera no es solo un musical; es un ejercicio de memoria colectiva que nos recuerda que la libertad sigue siendo un horizonte en disputa. Lo vemos en las colonias, municipios y estados en los que, es un secreto a voces, que el Estado ha fallado porque el crimen organizado es quien opera.  Como afirma Carlos Monsiváis en El 68: La tradición de la resistencia: lo que se conquista con sangre y dignidad no puede olvidarse, porque olvidar es condenar a la repetición(2008).

Salir del teatro no significa dejar atrás el mensaje, sino cargarlo con nosotros: ¿Qué hacemos hoy frente a la discriminación, la violencia familiar, las desapariciones o a la represión política? La libertad, en pleno septiembre de 2025, no puede ser una palabra vacía. Es una tarea que exige memoria, acción y, sobre todo, dignidad.

Jean- Paul Sartre escribió en El ser y la nada (1916): “El hombre está condenado a ser libre”. Con esta frase, el filósofo francés no aludía a la libertad como privilegio, sino como responsabilidad. Estar “condenados” significa que no podemos escapar de la necesidad de elegir, aun cuando esas elecciones se den bajo presiones sociales, políticas o culturales. La libertad, en este sentido, nunca es cómoda: siempre implica cargar con el peso de nuestras decisiones y de sus consecuencias.

En México, septiembre es un mes en el que solemos gritar Viva la libertad mirando al pasado, evocando 1810 o 1968, o un sinfín de fechas que están tatuadas en la historia. Pero como advierte Sartre, la libertad no es un acto consumado, es un ejercicio cotidiano. No basta con celebrar la independencia o recordar a quienes cayeron en Tlatelolco; se trata de asumir la responsabilidad de actuar hoy contra las injusticias que persisten: la censura disfrazada de discurso político, la villencia de género que se repite en hogares y calles, la discriminación que mata a personas LGBTIQ+, o la indiferencia frente a las madres que buscan a sus hijes desparacides.

La libertad se juega tanto en las grandes revoluciones como en los gestos cotidianos: en la universidad que exige financiamiento, en la mujer que decide no callar más, en el joven que ama sin pedir permiso, en la madre que se niega a olvidar.

Por eso, hablar de libertad en 2025 no es repetir consignas, sino reconocer que aún no hemos terminado de conquistarla. La libertad es un horizonte y, al mismo tiempo, una carga: nos exige memoria, nos compromete con la justicia, nos invita a no conformarnos con menos de lo que la dignidad humana merece.

Notas de pie:

1: Del 8 al 13 de septiembre de 2025, en Nepal hubo manifestaciones, lograron revocar al gobierno.

2: Sección “Detector de mentiras”, de las mañaneras de Claudia Sheinbaum

Referencias:

Cartelera de Teatro (2025). Para la libertad. México 68: Cantar para recordar.

Ripstein, A. (Director) (1997). El lugar sin límites [Película]. México: Conacite Dos.

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (2021), Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares.

Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) (septiembre 2025) Secretaría de Gobernación https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/ContextoGeneral

Monsiváis, C. (2008). El 68. La tradición de la resistencia. Era.

Sartre. J. (2016) El ser y la nada. Losada.


Autor y fotos: Agustín Puntos